Estados Unidos no ha suspendido la ayuda de unos US$350 millones a Haití (65% de la ayuda prometida por unos 20 países a la fuerza policial internacional) pero sí ordenó una pausa en su contribución directa a través de la ONU, aunque una parte del dinero fluye a través de otros canales.
Las 200 bandas terroristas que controlan el 80% del territorio haitiano y casi el 90% de la capital, con miles de combatientes, saben que ni el gobierno con sus 10 mil policías ni la policía internacional formada por unos 1,300 hombres de seis países, tienen los recursos para enfrentarlos. Y saben que Estados Unidos puede reducir o eliminar esa ayuda si otros países no hacen fuertes contribuciones.
Pero hay la percepción generalizada en la comunidad internacional de que financiar la Misión Multinacional de Seguridad para Haití (MMS), liderada por Kenia con 1,100 soldados, es dinero botado. Solo una masiva invasión de tropas de las Naciones Unidas puede liberar a Haití de las bandas armadas. Y eso está lejos de suceder.
Los kenianos podrían pronto abandonar Haití ante la indiferencia internacional y el poco apoyo recibido y si eso sucede tendremos a un país vecino sin gobierno y en manos de organizaciones terroristas que luchan entre sí.
Faltan años para terminar el muro fronterizo y mucho dinero que el gobierno no tiene disponible.
La única opción para protegernos de lo que viene es reclutar al menos 10 mil nuevos miembros de ejército para cubrir cada punto de la frontera y no dejar espacios vacíos. Calculando salarios, mantenimiento y otros costos asociados se requerirían unos RD$4,000 millones al año adicionales.
¿Es mucho dinero? Es un pequeño sacrificio que todos los dominicanos deben pagar para evitar una catástrofe en el futuro.
Gracias al tráfico humano que genera grandes ganancias, por cada deportado entra un indocumentado y cuando Haití explote y se desplome como país, la avalancha de gente en la frontera nadie la podrá contener.
Ni los 12 mil soldados desplegados en la frontera han sido suficientes para detener la migración porque siguen encontrando vías de acceso a nuestro territorio a través de los 390 kilómetros que nos separan de Haití.
Ningún país del mundo vive la situación fronteriza de Republica Dominicana, un pequeño país caribeño donde ya habitan más de un millón de haitianos, mayormente indocumentados. Y con una oposición política que pide desoír el llamado de su presidente para un pacto nación sobre la crisis haitiana.