La Ciudad Colonial, el lugar del primer asentamiento europeo permanente en América, está experimentando una ambiciosa restauración de sus iglesias y monumentos patrimoniales, en un esfuerzo por preservar su riqueza histórica y arquitectónica.
En la actualidad, se trabaja en al menos 15 obras, siendo la mayor parte de ellas iglesias: el Panteón Nacional, la Iglesia de los Remedios, Ermita de San Antón, la Capilla de la Soledad, la Iglesia de las Mercedes, la Capilla de la Tercera Orden, el Convento de los Dominicos, Iglesia Regina Angelorum, Iglesia Santa Clara, el Museo de Casas Reales, la Iglesia de San Lázaro, la Capilla del Rosario, la Parroquia San Miguel, el Santuario Nuestra Señora de la Altagracia, la Primera Iglesia Evangélica y el Alcázar de Colón.
El arquitecto italiano Andrea Donadello, encargado de la restauración de estas infraestructuras, junto al también italiano Vasco Fassina, químico experto en diagnóstico y conservación de materiales pétreos y pinturas murales, y otros especialistas, explicaron los avances en este proyecto, durante su participación en el Desayuno de Listín Diario, conducido por el director del periódico, Miguel Franjul.
Donadello afirmó que en este momento se están llevando a cabo “principalmente todos los trabajos de limpieza”. Sin embargo, señaló que “habrá otros temas a desarrollar como son la consolidación de los materiales, de la piedra y su protección”.
El experto en restauración destacó la particular vulnerabilidad de la piedra coralina de Santo Domingo, utilizada en muchas de las construcciones coloniales, subrayando que “es una piedra que se degrada con el tiempo”, pero que, con el debido cuidado, se puede proteger y conservar a largo plazo.
El embajador de Italia en el país, Stefano Queriolo Palmas, expresó su orgullo por la confianza que las autoridades dominicanas depositaron en los expertos italianos para intervenir un “espacio tan delicado y tan simbólico como la Zona Colonial”.
Señaló que Italia cuenta con una vasta experiencia en la conservación del patrimonio, gracias a la cantidad de monumentos históricos que posee, lo que les permite estar a la altura de este importante proyecto.
“Sabemos bien que en términos de conservación del patrimonio tenemos una experiencia que pocos otros pueden ostentar”, dijo el embajador.
Queriolo Palmas aseguró que Italia está dispuesta a colaborar en otras zonas del país si las autoridades dominicanas lo solicitan, mencionando a La Isabela como un ejemplo de interés en futuras intervenciones.
Donadello también explicó que el trabajo en la Ciudad Colonial no se restringe únicamente a la conservación de la parte antigua de la ciudad, sino que habrá que intervenir en edificios más modernos que forman parte del entorno, adaptándolos a las nuevas exigencias, como la resistencia a la actividad sísmica.
Los trabajos se están llevando a cabo de manera simultánea.
“Los monumentos no los encontramos en tan mal estado porque los materiales con los que están fabricados tienen una vida útil cientos y cientos de veces mayor que los materiales utilizados en la construcción moderna”, reveló Donadello.
A pesar de su durabilidad, los monumentos han pasado por diversas intervenciones a lo largo de los años, algunas de las cuales no siempre han seguido las mejores prácticas de conservación.
Donadello mencionó que muchos monumentos, como el Palacio de las Casas Reales, la iglesia del Panteón y la propia Casa de Colón, han tenido una vida activa en los últimos 150 años, lo que ha afectado su estado actual.
“Estos monumentos han tenido una vida muy rica, y esa vida siguió la moda de la época”, comentó el arquitecto.
Uno de los problemas que enfrenta la Ciudad Colonial, según Donadello, es la tendencia a reemplazar materiales históricos por otros más modernos y menos duraderos.
“Las ciudades también se reconocen por los materiales de sus plazas y calles. Algo que está pasando en Santo Domingo es que muchas plazas, calles y aceras con ladrillos antiguos están siendo reemplazadas por tejas de concreto, lo cual es un error”, advirtió.
Donadello también criticó algunas decisiones tomadas en restauraciones pasadas, como el uso de cemento en las juntas del Alcázar de Colón.
Según el experto, aunque en su momento se consideró más fácil de utilizar, el cemento no es adecuado para la conservación a largo plazo de los monumentos históricos.
Como parte de las nuevas restauraciones, Donadello y su equipo han decidido reemplazar el cemento en el caso del Alcázar por cal hidráulica, un material más adecuado para la conservación de edificios históricos.
Además de Donadello, Queriolo Palmas y Fassina, estaban presentes Cándida Mejía, gerente general de Lanco, Renata De Santis, traductora del italiano al español, Jesús D’Alessandro, director de la Escuela de Aquitectura de la Universidad Iberoamericana (Unibe) y Marina Bianchi, directora operativa en el país.
Mucha pasión
Fassina destacó sobre lo cuidadoso y respetuoso que están siendo con las obras, debido a que, según él, una reparación bien hecha es clave para preservar la esencia histórica de los edificios.
“Si está mal hecho se pierde la esencia, pero con Donadello no pasará”, dijo Fassina entre risas.
Unos de los retos que enfrentan es la escasez de mano de obra capacitada en restauración de este tipo.
Donadello comentó que se está trabajando con una empresa italiana que dispuso un equipo de restauradores preparados, pero subrayó que “la restauración cuesta dinero” y requiere mucha pasión.
“La restauración es un trabajo donde se necesita mucha pasión, no es solo un trabajo mecánico”, expresó.
Fassina señaló que “se requiere de mucho conocimiento y tiempo para aprender lo que ellos saben, que han adquirido durante muchos años de experiencia”, y que este es un proceso que no se puede apresurar.
“Hay que trabajar bien porque además restaurar no es sólo limpiar y que se vea bonita una fachada, sino la reparación de las estructuras para la inserción en el interior del edificio del sistema de climatización e iluminación más adecuado, entre otros elementos… es la parte integral de la edificación”, dijo.
Un proceso lento y cuidadoso
Uno de los puntos clave abordados fue el tiempo en que estarán concluidos los trabajos.
Donadello subrayó que los trabajos avanzan con lentitud debido a las particularidades de los materiales utilizados y otras condiciones, como el clima.
“Trabajar la restauración requiere largos tiempos, tanto por los materiales que se usan como por el clima, que influye en el proceso”, explicó, agregando que este tipo de intervenciones no solo exigen paciencia, sino también una planificación meticulosa para garantizar que cada detalle sea fiel por lo que no pueden dar una fecha específica en la que estarán terminados.
Además, Donadello enfatizó en la importancia del trabajo en equipo en estos proyectos.
“Normalmente, estos proyectos integrados se hacen en equipo, porque quien se encarga de la restauración debe estar coordinado con quienes manejan otras partes de la reestructuración”, dijo, señalando que se llevan a cabo de manera simultánea.
Destacó la importancia de garantizar que los edificios restaurados se mantengan en buen estado a largo plazo una vez que sean concluidos los trabajos y puntualizó en ese aspecto que “al final de cada intervención deja un manual para que se siga cada cierto tiempo, con todas las reglas para mantenerlo incluidos los materiales utilizados”.