Radhamés Liz no solo ha encontrado el camino para volver a brillar desde el montículo, sino que también ha demostrado tener la visión y disciplina para los negocios y ganar dinero en bienes raíces.
Tras superar una temporada 2023-24 difícil, en la que tuvo efectividad de 5.91, el derecho ha recuperado su mejor forma en el terreno en esta campaña con los Tigres del Licey, a tal punto que es uno de los principales candidatos al Lanzador del Año, hasta ahora.
Pero, si en el diamante Liz ha tenido éxito, fuera de él ha estado mejor, pues ha invertido sabiamente en proyectos que garantizan un futuro sólido.
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A lo largo de la historia, muchos peloteros han disfrutado de grandes fortunas, pero no todos han sabido manejarlas. Son innumerables los casos de jugadores que, tras ganar millones, han quedado en la ruina por malas decisiones financieras.
Liz, sin embargo, es una de las excepciones a esta regla. Tuvo una carrera muy corta en Grandes Ligas, por ende, no tuvo los contratos multimillonarios que otros consiguieron, pero su enfoque inteligente y prudente le permitió invertir en bienes raíces, demostrando que no se necesita ser millonario para pensar como uno.
“Gracias a Dios ya no dependo directamente del béisbol para llevar comida a mi casa. No digo que de la pelota no saco par de cucharitas de arroz (entre risas), pero gracias al Señor de lo poco que he hecho he invertido en algo que como dice el rap que suena por ahí: ‘me deja mi por ciento’”, dijo Liz al Listín Diario.
Aunque tiene 41 años de edad, Liz entendió temprano que el béisbol no es eterno, por eso decidió aprovechar las oportunidades financieras que le ha ofrecido su carrera para construir un futuro estable para su familia, que le servirá no sólo en el presente, sino también para cuando “cuelgue los spikes”.
“Tengo varios apartamentos tanto aquí en Santo Domingo, como también en San Pedro y en Bayahíbe, que gracias a Dios me dejan mi dinero tranquilo, sin tener que forzar mucho”, añadió el veterano.
Su inspiración
Más allá de su éxito financiero, Liz encuentra su mayor motivación en casa.
Su hijo mediano, Cristian, es la llama que lo impulsa a seguir lanzando cada día. “Él es mi inspiración”, confiesa el veterano.
“Aunque toda mi familia me apoya mucho, quien más me motiva a seguir haciendo esto es mi hijo, mi único varón. Le gusta muchísimo la pelota, y aunque sólo tiene seis años, me da mucho ánimo cada vez que voy a lanzar, me alienta. De verdad quiero que me siga viendo mucho más”, dijo con emoción.
Su resurgir
En el terreno, el contraste entre la temporada pasada y la actual no podría ser más evidente.
El año pasado fue una pesadilla para Liz, pues la que él pensó que sería su temporada de redención, luego de tener una pésima en la campaña 22-23, terminó siendo igual de errática para el nativo de El Seibo.
Sin embargo, la actual campaña ha sido completamente diferente. Con un dominio renovado, el veterano ha recuperado la confianza y se ha establecido como uno de los mejores lanzadores del torneo, demostrando que aún tiene mucho que ofrecer.
Lo que hace su actuación aún más impresionante es que, a su edad, es poco común que un lanzador aumente la velocidad de su brazo. Mientras la mayoría pierde millas con el tiempo, Liz ha desafiado la lógica y ha ganado potencia.
La clave de su éxito ha sido la incorporación de un nuevo lanzamiento a su arsenal: el sinker. Este pitcheo le ha dado un arma letal para confundir a los bateadores, ajustando su rompimiento según el conteo y las características del rival.
“El hecho de que pude agregar el sinker a mi repertorio me ha ayudado bastante este año. Pero ese no es un sinker común, ya que incluso parece un splitter. También tengo la capacidad de controlarlo, por ejemplo, si quiero que rompa más o que rompa menos, dependiendo si es zurdo o derecho el bateador”, añadió el diestro de los Tigres.
A pesar de que sus últimos dos años no habían sido buenos, para Liz no es sorpresa su actual actuación.
“Siempre confío en mí cuando subo a lanzar”, afirma, dejando claro que su seguridad en el montículo es inquebrantable.