La tensión entre Rusia y Ucrania (y Occidente) parece haber alcanzado un punto de no retorno. Para lograr un alivio de la situación sería necesario que una de las dos partes diese su brazo a torcer, algo poco probable tras el ataque de Rusia a Ucrania. Ahora, los analistas empiezan a calcular cuál será el coste económico del conflicto entre ambos países. Las consecuencias se producirían en tres tiempos con diferentes víctimas. Los mercados financieros primero, el precio de las materias primas al contado y sus derivados después (producto del impacto de las sanciones), y una tercera parte conformada por unas tendencias más estructurales, de largo plazo, que implicarían desde un mayor gasto en defensa hasta un nuevo impulso a la desglobalización.
Lo cierto es que algunas de estas consecuencias ya se pueden ver. El choque está afectando de lleno a los mercados financieros con caídas en las bolsas, por un lado, y ascensos del oro y las materias primas por otro. Estos movimientos podrían acentuarse con la inminente llegada de las sanciones que la Unión Europea y EEUU van a comenzar a implementar sobre la economía rusa.
Desde la institución financiera Berenberg explican en una nota que “una guerra rusa contra Ucrania sería una tragedia humana y podría decirse que es la peor amenaza para la seguridad mundial desde la crisis de los misiles cubanos de 1962. El posible impacto económico, financiero y político en Europa podría tener tres etapas: muy corto plazo, medio plazo y largo plazo”.
No obstante, estas consecuencias de corto plazo que primero se visualizan en los mercados son las que generarán un impacto directo en la economía europea en una etapa algo posterior (medio plazo: 3 y 12 meses). Bernd Weidensteiner y Tatha Ghose destacan que “el problema aquí no es Europa pierda a Rusia como cliente, más bien el problema es perder a Rusia como proveedor. El punto importante es que Rusia es el proveedor más importante de la UE de algunas importaciones cruciales, que no pueden ser sustituidas rápidamente o que directamente no pueden ser reemplazadas”.
Estos expertos apuntan que el gas natural ha sido el foco de atención aquí durante algunos meses. Rusia suministra alrededor del 45% de las importaciones totales de gas natural de la UE, y las instalaciones de almacenamiento de gas natural de la UE actualmente están solo al 35%”. Además, Rusia también es un importante proveedor de petróleo crudo y carbón para la UE. Según la Comisión de la UE, Rusia representó el 47% de las importaciones de hulla de la UE en 2019 y el 27% de las importaciones de petróleo crudo. Sin las importaciones rusas Europa sufriría un aumento todavía mayor del coste de la energía. Según cálculos de Commerzbank, la Unión Europea podría ‘sobrevivir’ hasta abril (con las reservas actuales) si Moscú cortase totalmente el flujo de gas.
Aunque todo lo anterior no desencadenase una recesión en la zona euro y la UE, lo más probable es que la gasolina, la electricidad y otras materias primas alcanzasen nuevos máximos históricos (impulsando la inflación de forma amplias en nuevas oleadas de alzas de precios), lo que podría ahondar en el descontento que ya domina en los consumidores europeos que están siendo víctimas de una de las mayores crisis del coste de la vida de las últimas décadas. Pese a todo, en el medio plazo las bolsas podrían recuperar la tendencia previa a la crisis, según Berenberg. Este sería la única noticia positiva.