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Kamala Harris prometió a los estadounidenses un futuro que ni Donald Trump ni Joe Biden podrían ofrecer y mostró el profundo cambio de las elecciones de 2024

(CNN) —La primera mujer negra en lograr la postulación presidencial de un partido importante calificó este jueves su “improbable viaje” hacia la candidatura demócrata como el trampolín para llevar al país a un nuevo lugar tras años desgarrado por sus amargas divisiones.

La vicepresidenta de EE.UU., de quien nadie pensaba que sería la candidata hace cinco semanas, ofreció a los votantes una opción clara en un discurso firme y patriótico en la Convención Nacional Demócrata, en Chicago.

Los estadounidenses pueden tomar el camino del “caos y la calamidad” en un nuevo mandato de Trump, a quien calificó de “hombre poco serio” que, sin embargo, supone una “grave amenaza” para la democracia y las libertades básicas de Estados Unidos.

O bien, dijo Harris, el país puede volver a comprometerse con los valores que evocó al detallar su crianza como hija de inmigrantes alimentada por una cariñosa comunidad californiana de tías no oficiales, personificada por “Libertad. Oportunidad. Compasión. Dignidad. Equidad. E infinitas posibilidades”.

En lugar de la carnicería estadounidense y las amenazas de represalia de Trump, Harris se presenta como la catalizadora de la capacidad por excelencia de Estados Unidos para renovarse. La vicepresidenta aprovechó su pasado como fiscal, prometiendo estar siempre “a favor del pueblo” mientras acusaba al candidato republicano de servir “al único cliente que ha tenido: a sí mismo”.

“Con estas elecciones, nuestra nación tiene una oportunidad preciosa y fugaz de dejar atrás la amargura, el cinismo y las batallas divisorias del pasado”, dijo.

“Así que, salgamos ahí fuera y luchemos por eso. Salgamos y votemos por eso. Y juntos, escribamos el próximo gran capítulo de la historia más extraordinaria jamás contada”.

Pero Harris, la repentina candidata comodín que encabeza ahora la candidatura demócrata, no se limita a ofrecer una ruptura con Trump. También está conjurando posibilidades que estaban más allá de Biden.

Superado por los estragos de la edad en el debate de CNN en Atlanta, el presidente –de 81 años– no pudo evocar de forma convincente el futuro ni presentarse como el ejecutor del cambio que tantos estadounidenses ansían.

Harris, que busca encontrar su momento a pesar de una vicepresidencia que rara vez ha despuntado, no había ofrecido hasta ahora pruebas de que pudiera ser una figura política transformadora.

Pero Adrianne Shropshire, directora ejecutiva de BlackPac, una organización de defensa dirigida por negros, explicó que Harris ofrecía una oportunidad para que “Estados Unidos se convierta en su mejor versión” tras años de discordia. “¿Cuáles son nuestras aspiraciones? ¿Quiénes creemos que somos? ¿Cómo entendemos los más altos ideales de este país en términos de una democracia multirracial?”.

“Han sido ocho años de caos, de desestabilización, y Joe Biden se convirtió en un punto de transición. Y creo que lo que estamos viendo ahora [es] que la gente está diciendo: ‘Podemos ser mejores que la peor versión de nosotros mismos’, lo que atribuyen a la campaña de Trump y al Partido Republicano”, dijo Shropshire en una entrevista.

¿Cómo pueden cinco semanas cambiar una carrera?

Harris deja su convención con un partido exuberante y unido detrás de ella. Los demócratas están electrizados por la metamorfosis de la candidatura, respaldada por el gobernador de Minnesota, Tim Walz, que se ha convertido en el entrenador de Estados Unidos.

Trump cerró su propia fiesta de postulación hace un mes con la certeza de que su regreso a la Casa Blanca estaba en marcha. Pero el ascenso de Harris le ha acarreado enormes problemas, ya que se preocupa por sus multitudes y se lamenta de su desvanecimiento en las encuestas, pero no renuncia a la política del insulto por los temas que podrían hacerlo regresar a la Casa Blanca.

Pero todas las convenciones son burbujas que se refuerzan a sí mismas. Para los demócratas, predicar la alegría y festejar con famosos es un riesgo con mucha gente dolida tras años de precios altos, inseguridad económica y mientras los enemigos extranjeros de Estados Unidos se burlan de su poder.

Harris y los demócratas ofrecieron esperanza, felicidad y armonía, con promesas de precios más bajos y más viviendas.

Pero su convención fue también un festival de estilo por encima de la sustancia. Harris, quien hasta ahora ha evitado las entrevistas personales y los foros públicos en los estados indecisos, no ha explicado cómo ampliaría el acceso a la atención sanitaria, los medicamentos con receta, la vivienda asequible, el cuidado infantil más barato, cómo sofocaría la codicia corporativa o cómo salvaría el medio ambiente. Los votantes saben ahora más sobre el incoherente mensaje de voz del segundo caballero de EE.UU., Doug Emhoff, antes de su cita a ciegas y sobre los partidos de fútbol de Walz en el instituto que sobre cómo contrarrestaría Harris a China.

Ese vacío político, así como el desprecio por Trump que irradió durante cuatro días, puede ofrecer un salvavidas a la campaña republicana y a las esperanzas de un expresidente que convirtió el victimismo y el complejo de persecución en una potente fuerza política. Está tratando de retratar el uso propuesto por Harris del Gobierno para forjar resultados sociales y limitar los precios de las tiendas de comestibles como un socialismo al estilo de Venezuela.

“Ese mensaje oscuro realmente no encaja en absoluto con la idea de que de alguna manera los demócratas son el partido alegre”, dijo el candidato republicano a la vicepresidencia, J. D. Vance, a Jake Tapper, de CNN, este miércoles. “Hay muchos ataques a Donald Trump, muchas críticas a lo que ha hecho y a lo que ha dicho. No hay mucha visión positiva de cómo Kamala Harris va a arreglar los problemas que aquejan al país”.

Es importante que las campañas sean honestas en cuanto a la política, no solo para que los votantes sepan lo que votan, sino para construir una base para la presidencia que Harris espera liderar una vez que se disipe la euforia de la campaña.

Pero las elecciones también se ganan con emoción, poesía y candidatos que se ofrezcan como recipientes inspiradores en los que los votantes puedan imprimir sus aspiraciones. Este año, un mensaje que ofrezca a los votantes una forma de acabar con los ocho años de asaltos diarios de Trump a la psique nacional puede hacer que Harris alcance el umbral de más del 50% necesario para ganar la Casa Blanca, un nivel que el candidato del Partido Republicano nunca ha alcanzado.

Los viejos fantasmas aún persiguen a los demócratas

Aun así, debajo de la felicidad que sacudió el United Center esta semana, acecha el temor a viejas derrotas, especialmente la de la candidata en 2016, Hillary Clinton, ante Trump. Los ancianos del partido advirtieron a los demócratas de que la alegría no equivale necesariamente a votos. El expresidente Bill Clinton, claramente todavía atormentado por la elección que podría haber convertido a su esposa en presidenta, advirtió: “Hemos visto cómo más de una elección se nos escapaba cuando pensábamos que no podía ocurrir”.

Y el expresidente Barack Obama advirtió a los demócratas que, mientras arremeten contra Trump, no deben faltar al respeto a sus partidarios, aparentemente buscando evitar cualquier repetición de la terminología “deplorables” utilizada por la exsecretaria de Estado hace ocho años.

“Si un padre o un abuelo dice ocasionalmente algo que nos hace estremecernos, no asumimos automáticamente que son malas personas”, dijo Obama este martes por la noche. “Reconocemos que el mundo avanza deprisa, que necesitan tiempo y quizá un poco de estímulo para ponerse al día. Nuestros conciudadanos merecen la misma paciencia que esperamos que nos extiendan a nosotros”.

Los líderes demócratas considerarán su convención un éxito.

Durante tres días, los expresidentes del partido, las ex primeras damas y sus futuras estrellas esbozaron un perfil de Harris, que una vez volteó Big Macs cuando estaba en la universidad, como líder de las clases media y trabajadora. Pintaron una mezcla de alegría y dureza de una candidata que, junto con su compañero de fórmula Walz, un padre de pueblo del Medio Oeste, entiende a los estadounidenses de a pie y siente el impacto de los precios cuando llenan sus carritos de la compra.

La convención también sacó a Biden del escenario, evitando divisiones perjudiciales y completando un cambio generacional. Mientras estaba de vacaciones en California, apenas se ha sabido nada de él, lo que ha permitido a Harris emerger como una fuerza política distinta y presentarse como candidata del cambio incluso como miembro titular de una administración maltrecha.

Las escenas en el interior de la sala no solo personificaron a un partido que se siente liberado políticamente tras la salida de Biden, sino que mostraron a sus líderes diversos, jóvenes y mujeres en ascenso. Esto dio a los votantes de base que Harris necesita una razón para presentarse en noviembre que a muchos les faltaba con Biden al frente de la candidatura. Y al mantener a distancia las manifestaciones propalestinas, los demócratas evitaron una secuela de la convención de Chicago de 1968 y evitaron reforzar la narrativa del Partido Republicano de una nación desgarrada.

Nuevos cambios en una campaña muy reñida

Los últimos tres días de esta convención, estrechamente coreografiados, también revelaron nuevos cambios críticos en una campaña turbulenta ya marcada por dramas judiciales sin precedentes, un intento de asesinato y el eclipse de un presidente.

Los demócratas rediseñaron sus argumentos contra Trump para la recta final. Mientras Biden prefería la altanería de que los impulsos antidemocráticos del candidato republicano manchan el “alma de la nación”, los Obama y los Clinton se burlaban de Trump, menospreciándolo como un hombre pequeño y ridículo indigno de ser votado.

Obama, demostrando su inquebrantable control sobre su partido ocho años después de dejar el poder, calificó el irritante impacto social de Trump como el de un vecino molesto que hace funcionar constantemente su soplador de hojas. “Para un vecino, eso es agotador. De un presidente, es simplemente peligroso”. La ex primera dama Michelle Obama, por su parte, tachó a Trump de racista producto de la discriminación positiva de multimillonarios blancos que no entendía que la presidencia puede ser un “trabajo de negros”. Y un venerable Bill Clinton, que celebró su 78 cumpleaños en Chicago, se mostró más joven que Trump, dando la vuelta a la tortilla en el debate sobre la edad que impulsó la campaña de Trump cuando Biden era el candidato.

La reunión de Chicago también afinó la doctrina del partido –contrarrestando las acusaciones republicanas de que se está convirtiendo en un clon socialista al estilo venezolano– cooptando el lenguaje conservador y libertario para redefinir el concepto de “libertad”. Los demócratas oyen “libertad” y ven derechos que el conservadurismo usurpó: derechos reproductivos y de voto y la libertad de ir a la escuela sin miedo a ser asesinado a tiros.

Uno de los mayores impedimentos en los últimos años a la sensación de libertad han sido las duras secuelas de la pandemia y la elevada inflación alimentada por algunos de los programas de ayuda de emergencia de la administración Biden, que suponen un gran gasto. Al arremeter contra los gigantes de los supermercados, Harris también cimentó su reinicio populista en materia económica. Se trata de una doble estrategia destinada a mitigar su mayor debilidad –su asociación con la alta inflación durante el gobierno de Biden– y a atraer a los votantes de la clase trabajadora rural y de los suburbios que podrían decidir las elecciones en los estados indecisos.

Pero la economía, como la inmigración, sigue siendo una vulnerabilidad para Harris, que es una de las razones por las que, a pesar de la impopularidad de Trump, la elección sigue siendo un cara o cruz. Walz advirtió este miércoles por la noche: “Equipo, es el cuarto cuarto. Vamos perdiendo por un gol de campo. Pero estamos en ataque y tenemos el balón”.

Ahora que la convención ha terminado, Harris debe demostrar que puede convertirse en una figura política singular digna de los homenajes de los últimos cuatro días y que puede llevar a su partido a la victoria. La próxima prueba llegará el 10 de septiembre, en su crítico primer debate con Trump. En palabras del eslogan publicitario que personificó a Michael Jordan, el mejor atleta que ha actuado en el estadio donde ella habló, ahora es el momento de que Harris y sus partidarios “Just do it” (Solo hazlo).

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