La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) prevé que el precio del petróleo crudo no pasará de US$100 en este diciembre, pero una extensión de la guerra que involucre a otros países de Medio Oriente lo pudiera elevar en un rango de US$140 a US$157 por barril.
En respuesta a Listín Diario, la Cepal también afirma que se afectan los precios de los alimentos y se crearía una nueva oleada inflacionaria.
1. Ante el conflicto Israel con Hamas, ¿prevé la Cepal un escenario más difícil para la región en el corto plazo? ¿y qué sugiere?
Previo al estallido del conflicto en Gaza, la Cepal proyectó una caída del 2 % de las exportaciones regionales de bienes, en el contexto de una economía mundial que se desacelera, un comercio mundial que crece muy poco y crecientes tensiones geopolíticas. El conflicto en Gaza sin duda viene a complejizar aún más ese escenario, aunque sus repercusiones concretas para el comercio mundial y regional están sujetas a una gran incertidumbre.
El impacto del conflicto podría ocurrir mediante varios canales de transmisión: los precios de los hidrocarburos, los términos de intercambio y un efecto secundario en los precios de los alimentos. Además, la incertidumbre generada por el conflicto puede afectar la percepción de riesgo a nivel internacional y con ello tener un impacto sobre el acceso a los mercados financieros para los países de la región.
En el reporte que presentamos, proyectamos una caída de los precios de la energía de -17.1% para todo el año 2023. Esta proyección ya considera una reversión durante el último trimestre del año de la fuerte caída de los precios de la energía en el período enero-agosto. Para esto se consideró un alza del precio del petróleo hasta situarse en torno a los 93 dólares en diciembre. Aunque hoy exista mayor volatilidad en el precio del petróleo, hasta el momento no vemos que este pudiera superar la barrera de los 100 dólares a fines de diciembre, siempre y cuando el conflicto se mantenga encapsulado y no se sumen otros actores. En este escenario, el índice de precios de productos básicos de la región tendría una variación negativa de –7.4 %, manteniendo nuestra proyección.
Si el conflicto se expandiera e involucrara a más países del Medio Oriente y el petróleo aumenta su precio en torno a los US$ 140-157 dólares el barril (como en el escenario de mayor disrupción previsto por el Banco Mundial), entonces nuestra proyección para la evolución del precio de la energía caería de -17.1 % a -8%. Este resultado incluiría el impacto de un alza de los precios del gas y el carbón, cuya demanda aumentaría ante el ajuste en la oferta del petróleo. En este escenario extremo, los países importadores netos de energía, especialmente en Centroamérica y el Caribe, sufrirían un deterioro de sus términos de intercambio.
Un tercer elemento que considerar son los posibles efectos de las alzas de los precios de la energía sobre los precios de otros productos básicos que utilizan la energía como insumo, principalmente los alimentos y en la producción de fertilizantes.
Alzas de los precios en las materias primas conducirían a nuevas oleadas de presiones inflacionarias a nivel mundial y también en América Latina y el Caribe con el consecuente efecto negativo sobre los ingresos reales de la población y con ello sobre la pobreza.
Sin embargo, la evolución del conflicto está sujeta a una gran incertidumbre y por ende también su impacto en el precio del petróleo y otras materias primas.
2. ¿Cuál es la actual situación dominicana en el Comercio internacional, vista por la Cepal?
Para 2023 proyectamos una caída de 3 % del valor de las exportaciones dominicanas, levemente superior a la proyectada para el conjunto de las exportaciones de América Latina y el Caribe (-2 %). Sin perjuicio de ello, de cara a los próximos años el país se encuentra bien posicionado para beneficiarse de la reconfiguración en curso de las cadenas mundiales de suministro.
República Dominicana es un país muy atractivo para la atracción de inversión extranjera en el marco de procesos de “nearshoring”, debido a su cercanía geográfica con los Estados Unidos, su amplia de red de acuerdos comerciales (CAFTA-DR, UE, entre otros) y los incentivos que ofrece a los inversionistas extranjeros bajo el régimen de zonas francas.
Finalmente, se debe considerar que la República Dominicana se encuentra por encima del promedio regional en la facilitación del comercio digital y sostenible, así como en la calidad de la infraestructura relacionada con el comercio y el transporte, y tiene un creciente comercio electrónico transfronterizo.
El comercio internacional está muy afectado por las guerras, con precios altos de bienes, incluso de la comida, y hay quienes han planteado la “desglobalización”, ¿qué opina?
Ciertamente en los últimos años el comercio mundial ha estado sujeto a múltiples “shocks”, como la pandemia del Covid-19, el conflicto en Ucrania, el debilitamiento del sistema multilateral de comercio y las crecientes tensiones geopolíticas. Sin embargo, hasta ahora no se aprecia realmente una desglobalización, sino más bien una reconfiguración de la globalización. Por ejemplo, Estados Unidos y los países de Europa están buscando reducir su dependencia de las importaciones desde países como China y Rusia, reemplazándolas por importaciones desde otros socios más cercanos geográficamente o con los que tienen una mayor afinidad política. Por otro lado, aunque el comercio mundial de bienes ha venido creciendo menos desde la crisis financiera mundial de 2008-2009, el comercio de servicios (especialmente de servicios suministrados digitalmente) sigue mostrando un gran dinamismo. En suma, no es posible decir aún que estemos ante una desglobalización de la economía mundial, aunque hay ciertas tendencias que apuntan en esa dirección.
Hace unos días Rebeca Grynspan, durante la Cátedra Prebisch, proponía la “poli-globalización”, que surge en diversos bloques que realzan la importancia de las alianzas, pero retan a las instituciones del multilateralismo. La gran apertura comercial de América Latina y el Caribe, su participación en cadenas globales de valor y su cercanía a Estados Unidos representan espacios de oportunidad que se pueden aprovechar para mejorar la calidad de nuestra inserción en el comercio global y tener algo que decir durante estos cambios.
La región de América Latina y el Caribe sigue de espaldas, pese a los acuerdos bilaterales de comercio y no pocos ven falta de competitividad por la diferencia abismal en el tipo de cambio, referido a dólar o euros y prefieren grandes socios como Estados Unidos y Europa. Los BRICS llegaron a plantearse una moneda común, ¿ayudaría eso?
Los problemas de competitividad exportadora de América Latina y el Caribe son de larga data y no se relacionan con la evolución de corto plazo de los tipos de cambio sino con las deficiencias de su estructura productiva, que es poco intensiva en conocimiento y tecnología. Esto se refleja en una oferta exportadora excesivamente dependiente de las materias primas y de manufacturas con relativamente poco valor agregado local. Superar esta situación requiere políticas de desarrollo productivo bien diseñadas e implementadas, con un enfoque en clústeres con potencial exportador. Se requiere además elevar los niveles educativos e invertir más en ciencia y tecnología. Solo avanzando en esa dirección podremos ir elevando gradualmente la competitividad de las exportaciones regionales de bienes y servicios.
La región tiene una gran diversidad de acuerdos comerciales, sin embargo, está pendiente ponerlos en acción, especialmente para la promoción de la integración económica de América Latina y el Caribe. Los BRICS ponen de manifiesta la importancia del Sur global en la economía en su conjunto. Este puede ser uno de los espacios donde la región empuje su agenda y visión de desarrollo. Sin embargo, es importante notar que solo la pertenencia a un grupo, como hemos visto con los tratados, no se traduce en cambios automáticos. De ahí la importancia de promover la integración en la región, crear consensos y posiciones conjuntas que fortalezcan su participación en este u otros foros.
¿De qué tamaño sería el déficit comercial regional en 2023 y 2024 y qué recomienda Cepal?
En la Cepal proyectamos que la región pasaría de un déficit de 28,000 millones de dólares en su comercio de bienes en 2022 a un superávit de 37,000 millones de dólares en 2023. Esto se debe a que el valor de sus importaciones caería 6 %, mientras que el de sus exportaciones solo caería 2 %. En el caso de los servicios, las exportaciones crecerían 12% y las importaciones solo 6 %, con lo que proyectamos que la región reducirá levemente su déficit comercial en comparación con 2022, el que pasaría de 174,000 a 156,000 millones de dólares. Considerando tanto los bienes como los servicios, la región registraría una importante reducción de su déficit comercial entre 2022 y 2023, el que pasaría de 202,000 a 119,000 millones de dólares.