Cuando todas las puertas y ventanas del mundo se cerraban a miles de judíos que angustiados intentaban escapar de la persecución y atrocidades de la Alemania nazi, residentes en Sosúa mostraron la tradicional solidaridad del pueblo dominicano al recibir a cerca de 1,000 con los brazos abiertos.
Con el objetivo de buscar solución humanitaria a los judíos que huían en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, en 1938 se celebró en Francia una reunión de delegados de 32 países y de organizaciones privadas, en la Conferencia de Evian, pero ningún país quería aceptar refugiados en su territorio.
República Dominicana, bajo la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, decidió acoger a los refugiados judíos, encontrando así el sátrapa una manera de mejorar su imagen internacional tras la matanza de haitianos, en 1937, y de “aclarar la raza” en el país, como quedó establecido en la ley aprobada de urgencia para dar cabida a los extranjeros.
La Gaceta Oficial del 28 de febrero de 1940 publicó que “el pueblo dominicano está vitalmente interesado en el fomento, en gran escala, de la inmigración al territorio nacional de personas aceptables, sanas, vigorosas, inteligentes, laboriosas, de buenas y civilizadas costumbres, y de raza blanca”.
Esa es la esencia de una exposición titulada “La llegada de los judíos a Sosúa”, abierta por los museos Memorial de la Resistencia Dominicana y Judío de Sosúa, en la Sala de Exposiciones temporales del MMRD, ubicado en la Arzobispo Nouel de la Ciudad Colonial, donde por tres meses los asistentes podrán conocer las reales razones que provocaron la llegada de los judíos a República Dominicana.
Un informe preparado en 1945 por el centro de investigación “Brookings Institution”, reveló que, aunque Trujillo había exagerado al ofrecer acogida a 100,000 refugiados europeos, República Dominicana no poseía la capacidad para acoger a tantos inmigrantes, por lo que a Sosúa y el resto del país sólo llegaron poco menos de mil judíos en diferentes oleadas migratorias.
La llegada
Los primeros judíos llegaron en el año 1940 a Sosúa, donde florecieron económicamente por su trabajo y realizaron valiosos aportes en todos los ámbitos a ese municipio y la provincia Puerto Plata.
La elección de Sosúa fue porque había disponible una vasta cantidad de terrenos que Trujillo había comprado a la “United Fruit Company”, una empresa dedicada a la producción y comercialización de frutas tropicales que tuvo una marcada influencia en la economía de diversos países latinoamericanos.
Esas tierras fueron “donadas” a la colonia judía en virtud de un acuerdo entre el Estado dominicano y la Asociación de Asentamientos de República Dominicana (DORSA), una institución que velaba por los intereses de esa población en el país y que al final terminó pagando por los terrenos inicialmente cedidos.
Quienes llegaron a esa ciudad puertoplateña, aunque salvaron sus vidas, enfrentaron un desafío enorme por la necesidad de adaptarse a un país pobre del Caribe y gobernado por un régimen dictatorial.
Un pliego de imágenes y videos muestran en la exposición las distintas etapas que vivieron desde su llegada al país, donde la colonia judía se convirtió en un ejemplo de adaptación y de trabajo con beneficiosos resultados para Sosúa.
Aportes
Frente al monopolio de la carne y leche que tenía Trujillo y la imposibilidad de competir con las empresas del dictador en esas áreas, la colonia judía ingeniosamente creó una empresa que producía derivados -embutidos, queso y mantequilla-, lo que se convirtió luego en “Productos Sosúa”, con ocho décadas siendo una marca de prestigio en el país.
En la ciudad también fundaron dos centros educativos, uno de ellos el colegio Cristóbal Colón, hoy bautizado con el nombre del fenecido Luis Hess, el primer colono judío que se casó aquí con una dominicana. Ilana Newmann, de ascendencia judía, ha sido en dos ocasiones alcaldesa de Sosúa.
Otro de sus grandes aportes fue el modelo de cooperativas que hasta ese momento era desconocido en República Dominicana.
Para 1947 había en Sosúa menos de 400 colonos, un declive atribuido esencialmente a la educación, ya que cuando concluían el nivel primario debían trasladarse a Puerto Plata, Santiago y Santo Domingo para continuar sus estudios.
En 1947, la colonia judía de Sosúa recibió el último grupo de refugiados compuesto de 90 personas, unas doce familias procedentes de Shangái, en China.
Historia única
“Es una historia única, de las cosas que hay que dar a conocer en el país, porque de una historia horrorosa sale como una flor, surge la vida, y la vida gana”, expresó Luisa de Peña Díaz, directora del MMRD al evaluar la llegada de los judíos a Sosúa y sobre la exposición que procura mostrar toda la verdad que envolvió ese proceso.
Valoró la oportunidad de resaltar la resiliencia de los judíos que huían de la persecución nazi y la solidaridad del pueblo de Sosúa que los acogió cuando otros países les cerraron las puertas.
Ivonne Strauss, directora del Museo Judío de Sosúa, cuyos abuelos y suegros llegaron con los primeros inmigrantes al país, recordó que a partir de 1940 les resultaba difícil a los judíos emigrar para escapar de una de las más grandes barbaries en la historia de la humanidad.
“De hecho, las personas que llegaron aquí (Sosúa) se habían manejado para llevarlos a campos de refugiados fuera de Alemania y Austria, y llegó un momento en que no había manera de entrar a esos lugares a sacar personas”, precisó Strauss, quien agradeció al pueblo dominicano por acoger a personas que les habían violado todos sus derechos humanos.
Reveló que sus suegros pudieron llegar a República Dominicana con el primer grupo de refugiados judíos, porque cruzaron a pie por la frontera entre Austria y Suiza.
“La mayoría de estas personas fueron familias destruidas, bueno lograron salir, pero dejaron atrás a padres, hermanos, tíos, padres que se separaron de sus hijos para poder salvarlos”, indicó Strauss sobre el drama de llegar a otro país arrastrando el desmembramiento de tantas familias, a quienes jamás volvieron a ver porque luego terminaron en los campos de concentración.
Mientras Patricia Solano, curadora de la exposición, destacó que la llegada aquí de la colonia judía significó un proceso de adaptación, porque muchos llegaron desnutridos y enfermos por la traumática travesía.
Dijo que Trujillo no aceptó a los refugiados judíos por solidaridad, sino para congraciarse con el presidente Franklin Delano Roosevelt y Estados Unidos, porque estaba consciente de que su permanencia en el poder dependía del gobierno estadounidense.
“Cuando él empieza a ver la repercusión de la matanza de 1937 en revistas y periódicos norteamericanos de mucho prestigio, con la palabra genocidio, arma una estrategia de relaciones públicas”, agregó Solano, al puntualizar que en el gobierno de Roosevelt había altos funcionarios que tenían vínculos con el pueblo judío.
De Peña Díaz, Strauss y Solano coinciden en destacar que los judíos establecieron en Sosúa una comunidad que contribuyó en gran medida al desarrollo del país y de la zona donde inicialmente se instalaron.
Consideran que se trata de una historia de asentamiento inspiradora por la conjugación de la solidaridad, el proceso de adaptación, los aportes a la sociedad dominicana, las historias de amor que forjaron las primeras familias y, sobre todo, el ejemplo de humanidad del pueblo de Sosúa.
MUSEOS
El MMRD fue fundado en el 2011 para el rescate de la memoria histórica, correspondiente a las luchas de varias generaciones de dominicanos y dominicanas durante la dictadura de Rafael Trujillo.
El Museo Judío de Sosúa fue fundado en 1990, con ocasión del 50 aniversario de la llegada de los primeros judíos al país. Posee documentos y fotografías, incluidos los archivos de la DORSA, que recrean las vidas de la comunidad judía residente en República Dominicana.
El museo comparte espacio con la sinagoga, actualmente restaurada, un edificio histórico que data de 1940.