“El último baile” ha dejado una herida que no cierra.
Eran las 12:44 de la madrugada del 8 de abril y sonaba “Color de rosa” en la voz más alta del merengue, Rubby Pérez.
Una fecha para nunca olvidar y que ha dejado a República Dominicana con 235 vidas menos. Según una investigación de periodistas de Listín Diario, dos muertes más de las registradas por las autoridades.
Guardando las distancias, la tragedia de Jet Set se ha instalado en la memoria colectiva del país como la pesadilla que Estados Unidos y el mundo presenciaron el 11 de septiembre de 2001 con el atentado a Las Torres Gemelas en la ciudad de Nueva York.
La discoteca más popular del país súbitamente se ha convertido en un gran altar, inundado de coronas de flores secas sin aromas y también sin vida.
Velones, pancartas exigiendo justicia (“Presidente Abinader NO TE METAS”), banderas de República Dominicana y de Venezuela, fotos de las más de las 230 personas, aseguran muchos, que perecieron y 186 heridas tras derrumbarse el techo del establecimiento.
En el lateral derecho se habilitó un gran mural blanco para que los que acudan a la zona cero, si así lo desean, escriban palabras de consuelo. “Te extrañaremos” y “Vivirás en nuestros corazones”, las frases más repetidas, en su mayoría para el cantante Rubby Pérez y el ex lanzador Octavio Dotel, las víctimas más conocidas.
En la parte frontal, en lo alto, permanece la valla anunciando la fiesta que amenizó José Virgilio Peña Suazo y La Banda Gorda” la semana previa, el 31 de marzo, y la de la orquesta liderada por Rubby el 8 de abril con grandes fotos de ambos.
La incesante difusión en la radio, la televisión y las plataformas digitales de los excelsos éxitos interpretados por “La voz más alta del merengue”, convocan a la memorable noche en la que decenas de los concurrentes, principalmente elegantes damas, bailaban con sus parejas o desde las mesas que ocupaban subían videos cantando a coro “¡Volveréeee… volvereeé, porque te quiero, hasta tu puerto volveré!”.
Una de ellas fue Elianta Quintero, la conductora venezolana de la emisión estelar de Noticiario Telemicro, quien está sufriendo en carne viva estar de este lado de la pantalla chica como parte de un estremecedor accidente, del que sobrevivió milagrosamente y que, al igual que su amiga y coterránea, la merenguera Gaby Puche, ansiaba ir a una fiesta de Rubby Pérez.
“Subimos a un viejo cuarto los dos, hasta el alba nos quisimos. Me acompañó hasta mi barco, le di como recuerdo mi anillo”, cantaba mientras mostraba la prenda que lleva en unos de sus dedos la también periodista con la imagen de Rubby y su grupo en el fondo interpretando el tema.
Igual suerte no corrieron al menos 15 nativos de Venezuela que también fueron a pasarla bien con unos de los artistas extranjeros más mimados en esa nación. Era un amor recíproco y así lo demostró esa noche, donde además le cantó a Maracaibo, asistido por ellos.
Las vueltas del destino
A quien el destino también le hizo una mala jugada fue a Yonairis Maribel Taveras, una emprendedora dama de San Juan de la Maguana, quien no pudo asistir a la fiesta que su ídolo Rubby amenizó el sábado cinco, dos días antes, en el Restaurant Benzant de esa provincia.
“Yudih”, apodo con el que le conocían todos en El Granero del Sur, estaba ocupada ese día en un innovador proyecto inmobiliario que junto a su esposo, Lenín Ramírez, levantarían en la localidad de Carrera de Yegua (“Carreyegua”) y en el cumpleaños del mayor de sus tres hijos.
Para satisfacer aquel deseo incumplido, la entusiasta dueña del Restaurant La Caba, de un catering y de la Discoteca Tragos, allá en San Juan, decidió viajar a la Capital sin imaginar que en Jet Set le esperaba el trago más amargo de su vida. Esa familia está devastada.
Miguel Tavárez, un reconocido comunicador nacido en “Bejuco Blanco”, Gaspar Hernández, pero hainero por adopción, recorrió entre las once y dos de la tarde del pasado 23 de marzo, día laborable, los barrios Las Caobas, El Cruce, Piedra Blanca, Villa Penca y la avenida Duarte, la cual concentra la mayoría de los negocios, quedando sorprendido por la tranquilidad y despejadas que estaban sus vías.
“Haina es alegre y bulloso, pero realmente parecía un pueblo fantasma”, subrayó el agudo analista del programa radial “El Imperio de la Tarde”, quien también perdió en el accidente del siglo a varios amigos, especialmente a Manuel, un compañero de bachillerato, que como él ya sobrepasó los 50 años.
David Ortiz, el popular ex jugador que en varias ocasiones participó en los acostumbrados bailables de los lunes de Jet Set, expresó que “cada vez que pienso en eso de nuevo y de nuevo es como dar un paso atrás porque se fueron mucha gente buena, mucha gente bonita a uno”.
El inmortal de Cooperstown residió gran parte de su niñez en Haina, el municipio más afectado por la tragedia, donde, además del popular artista y el pelotero Tony Banco, perdió a otras 23 personas de los “Haineros Dorados” que fueron a la celebración del cumpleaños de Milagros Guillén, hermana de Luis Guillén, vicepresidente de la entidad, fundador del grupo de bailes Los Tainos, ex selección de fútbol y organizador hasta de los torneos de dominó que se realizaban en la comunidad bañada por el río del mismo nombre.
El “Big Papi” reveló que cuando fue a la misa que se ofició en el polideportivo de Haina, en honor a los fallecidos del pueblo, se puso nervioso, más triste aún, al ver fotos de tantos conocidos, entre ellos un hermano del primer novio de su hermana Albania.
“Perdimos a gente de uno, mucha gente, que no tenían nada que ver con música ni con pelota”, aclaró. “Fue algo que, en verdad, nos impactó como sociedad”.
Otros testimonios
Desde la mañana que siguió a la aterradora noche comenzaron a conocerse relatos de gente que no tenía pensado asistir a la fiesta, pero que terminaron yendo a lo que se convertiría en una cita con la muerte.
De igual forma, surgieron testimonios de otros que tenían mesas reservadas y desistieron porque la noche anterior, del domingo, se dieron unos tragos de más y no tenían deseos de seguir la rumba.
Entre los primeros salta a la vista el caso de la Solanny Sosa, con siete meses de embarazo, y de Jonauri Sención, una pareja de esposos que residían en el ensanche El Portal, a pocos metros de la emblemática discoteca.
Unos amigos que habían comprado un par de boletas por alguna razón no fueron y, para que no se perdieran, les llamaron para regalárselas, gesto que aceptaron con beneplácito sin imaginar que cuando el reloj marcaba las 12:44 de la madrugada estarían bajos los escombros.
Ella, una ingeniera Industrial oriunda de Neyba, de unos 29 años, que prestaba servicios en la Unidad Técnica Ejecutora de Proyecto de Desarrollo Agroforesta(UTEPDA). Él, un joven azuano que rondaba la edad de Cristo (33) era empleado de Claro.
Una vez que diera a luz, los planes de la joven profesional y su consorte eran mudarse para Neyba, donde ella tomaría la administración del Hotel Las Marías, propiedad de su madre Annia Santana Vargas,
“El negocio era de sus proyectos a futuro”, declaró su tío y padrino José Herasme, una de las muchas personas que el pasado lunes, aprovechando el día feriado, se trasladó a la zona cero para buscar la foto familiar donde Solanny y Jonauri departían abrazados, sonrientes.
Lo próximo fue las lágrimas rodando por sus mejillas.