Es el de Isabella Boyer (1841-1904, París, Francia), viuda del creador de las máquinas de coser Singer. Su vida es como una novela emocionante. Nació en París, hija de un chef francés y madre inglesa. La naturaleza le dio a Isabella una belleza especial.
A los 22 años, se casó con el fabricante de máquinas de coser Isaac Singer, de 52 años, a quien su anterior esposa, Mary Ann Sponsler, hizo arrestar por bigamia. mudándose tras de ello a vivir en Londres. Isabella y Singer tuvieron 6 hijos, y tras morir éste en 1875, se convirtió en una de las mujeres más ricas del mundo. La joven y acaudalada viuda comenzó a viajar por el mundo, buscando nuevos conocimientos y desafíos emocionantes, resistiéndose a vestir eternamente ropa de luto.
Se volvió a casar en 1877 con el violinista holandés Victor Robstett, a quien en 1881, el rey Humbert I de Italia concede el el título de Duque de Camposelice. Isabella, como duquesa, se convierte en la estrella de las salas de exposición en América y Europa. En 1887 vuelve a enviudar, pero continuó siendo invitada a todos los eventos mundiales de arte en uno de los cuales conoció al famoso escultor francés Frederick Bartoldim quien ya había aceptado la propuesta de crear una estatua que simbolizara la independencia de los Estados Unidos, misma que Francia obsequiaría de ese país en honor al centenario de su independencia, una estatua gigante representando a una mujer sosteniendo una antorcha en una mano y placas en la otra, con la fecha de aprobación de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.
Bartoldi quedó tan impresionado por el rostro de Isabella, que decidió usarlo como modelo para su escultura. La Estatua de la Libertad fue erigida con la figura de una diosa antigua, pero con el rostro de Isabella Boyer.
Isabella se casó por tercera vez en 1891, a los 50 años, con Paul Sohege, un famoso coleccionista de arte, y fallece en París en 1904; sus restos descansan en el cementerio Passy, pero su rostro quedó eternizado en la Estatua de la Libertad.
