Si ustedes observan bien cada uno de estos puntos que tratamos aquí como personajes, son personas grandes que han trabajado duro para lograr su meta. Hoy nos transportamos a la vida y obra de Ernest Rutherford, un pionero de la física atómica cuya investigación sentó las bases para la comprensión de la estructura del átomo y la radiactividad.
En 1898, Rutherford fue nombrado catedrático de la Universidad McGill de Montreal, en Canadá. A su regreso al Reino Unido en 1907, se incorporó a la docencia en la Universidad de Manchester, y en 1919 sucedió al propio Thomson como director del Cavendish Laboratory de la Universidad de Cambridge.
Por sus trabajos en el campo de la física atómica, Ernest Rutherford es considerado uno de los padres de esta disciplina. Investigó la detección de las radiaciones electromagnéticas y la ionización del aire producida por los rayos X. También estudió las emisiones radiactivas descubiertas por Henri Becquerel, logrando clasificarlas en rayos alfa, beta y gamma.
En 1902, en colaboración con Frederick Soddy, Rutherford formuló la teoría sobre la radiactividad natural, explicando que ciertos elementos pueden transformarse espontáneamente en otros mediante la emisión de partículas radiactivas. Además, colaboró con Hans Geiger en el desarrollo del contador Geiger, un dispositivo clave para la detección de radiaciones.
Uno de sus mayores logros ocurrió en 1908, cuando demostró que las partículas alfa eran iones de helio, es decir, los núcleos del átomo de helio. Luego, en 1911, propuso su modelo atómico, donde describió el átomo con un núcleo central cargado positivamente y una nube de electrones girando a su alrededor, teoría que luego sería perfeccionada por Niels Bohr.
Para demostrar su modelo, Rutherford realizó experimentos bombardeando átomos con partículas radiactivas, lo que le permitió calcular el tamaño real del núcleo atómico, un avance fundamental en la física.
Durante la Primera Guerra Mundial, su trabajo tuvo aplicaciones prácticas al estudiar la detección de submarinos mediante ondas sonoras, sentando así las bases del sonar.
En 1919, Rutherford logró una hazaña sin precedentes: la primera transmutación artificial de elementos químicos, al bombardear un átomo de nitrógeno con partículas alfa y transformarlo en oxígeno. Sus investigaciones demostraron que los átomos pueden cambiar su estructura cuando se someten a partículas de alta energía, un hallazgo clave para la física nuclear.
Más adelante, en 1923, el físico Patrick Blackett logró describir ocho transmutaciones diferentes, fotografiando cerca de 400,000 trayectorias de partículas con una cámara de burbujas, confirmando así los principios descubiertos por Rutherford.
Su legado sigue vivo en la ciencia actual, ya que sus estudios sobre el núcleo atómico y la radiactividad permitieron avances en la energía nuclear, la medicina y la tecnología.
Estas y otras informaciones fueron presentadas por el Dr. Deomedes Olivares en el programa DEMOCRACIA TV, destacando la importancia del conocimiento científico en la sociedad actual.