Santo Domingo.- En un hecho sin precedentes, el Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario (FEDA) ha implementado un plan de capacitación en el cual han participado unos 40,403 productores y emprendedores rurales. En estos dos años, han recibido conocimientos sobre buenas prácticas y modernas tecnologías de producción, como alternativa para la transformación y avance del campo dominicano.
Con el Programa Nacional de Capacitación Agropecuaria, la institución persigue elevar el nivel de vida de las familias campesinas y la producción nacional de alimentos, mediante la enseñanza gratuita de estrategias óptimas para el éxito de crianzas y cultivos, así como de agroecología, cooperativismo, emprendimiento, comercialización, manejo financiero y empoderamiento de la mujer, entre otros.
El economista e investigador Hecmilio Galván, director del FEDA, destaca que, con una inversión de solo 30 millones de pesos, el organismo ha realizado unas 969 jornadas educativas en todo el país, en beneficio de técnicos, dirigentes comunitarios, productores, miembros de asociaciones y cooperativas, líderes juveniles y madres rurales.
“No hay nada más transformador que la generación de ideas y la transmisión de saberes actualizados. Hemos puesto en marcha el que quizás sea el mayor programa de transferencia de conocimientos en el campo dominicano, para reducir la pobreza rural y mejorar la competitividad de la agropecuaria”, agrega.
El impacto productivo de la capacitación
El director del FEDA subraya que, debido a la demostración resultante en la mejora en la producción y el aumento de los ingresos, la gente está interesada en retornar a sus tierras y las familias se unen para trabajar en la recuperación de crianzas y cultivos, “lo que significaría la salvación del campo”.
“La capacitación no sólo moderniza las zonas rurales”, añade, “sino que aumenta ampliamente la producción, porque los emprendedores y productores aplican a través de nuevas inversiones los nuevos conocimientos al desarrollo de crianzas y cultivos: no hay nada que genere más emprendimiento agropecuario que la capacitación. Son miles los nuevos productores, gracias a las capacitaciones del FEDA, sin mencionar la mejora de los cultivos ya establecidos.
Galván asegura que la aplicación de técnicas modernas eleva el nivel de vida de los productores y permite una integración familiar que garantiza el relevo generacional, para la continuidad de los sistemas productivos y la seguridad alimentaria y territorial de República Dominicana.
“Gracias a la capacitación, productores y emprendedores de todo el país miran al campo e intentan regresar a predios que habían abandonado para emigrar a zonas urbanas, al percatarse del éxito de campesinos capacitados en criterios técnicos de calidad, rentabilidad, asociatividad y productividad, recuperan sus esperanzas en las actividades agropecuarias”, agrega.
El FEDA institucionaliza la capacitación,
consciente de que el campo necesita ser modernizado, a fin de garantizar la rentabilidad y la adaptación a los retos impuestos por el cambio climático. En tal sentido, los cursos de capacitación que imparte han sido establecidos como requisitos para la participación en sus proyectos.
El agrónomo Cristóbal Santos, encargado de la División de Capacitación, explica que, para ser beneficiario de cualquiera de los programas del FEDA (Ovino-caprino, Coco, Tilapia, Matriz energética, Emprende RD, Madres del campo y otros), los productores deben agotar un ciclo educativo mínimo dentro del referido plan.
“En programas como el Ovino-caprino, unos 7,000 productores y aspirantes fueron capacitados en más de 100 jornadas educativas; en el de Coco, más de 2,500; y, en el de Acuicultura, una cantidad superior a 3,500, lo que ha contribuido ampliamente al fomento de la producción”, detalla.
Santos agrega que los beneficiarios del FEDA son seleccionados del listado de productores capacitados; además de que todos los programas inician, continúan y terminan con jornadas educativas públicas y gratuitas, la mayoría de ellas de alcance nacional.
Educación para el campo
El Programa de Capacitación Agropecuaria incluye valores humanos y ciudadanos, administración de proyectos, técnicas apropiadas para el manejo de emprendimientos, buenas prácticas y preservación del medio ambiente.
Está enfocado en las crianza ovino-caprina, cunícola, apícola, ganadera y piscícola; así como en los cultivos de coco, plátano, cacao, hortalizas, limón y aguacate. Otros aspectos importantes son la seguridad, el emprendimiento y el desarrollo rural.
Para impartir las jornadas, el FEDA utiliza una metodología educativa entre pares, denominada paso a paso, en la que educandos y facilitadores socializan y se enriquecen con los saberes y las experiencias comunitarias, integrándose en mutuo aprendizaje continuo, con una visión basada en la educación liberadora de Pablo Freire.
La mayoría de las jornadas son efectuadas en el interior del país: ayuntamientos gobernaciones, asociaciones, centros comunales, enramadas, días de campo fincas, ferias y otros lugares de fácil acceso para los productores.
En tanto, en hoteles y salones institucionales, han sido realizados unos 15 Seminarios de alto nivel, con la participación de técnicos nacionales e internacionales que llegan al país con el apoyo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Articulación interinstitucional
El éxito de la iniciativa del FEDA tiene un importante pilar en la participación interinstitucional e incluye técnicos de instituciones como el Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarias y Forestales, Dirección General de Ganadería, Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional, Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo; la Universidad ISA, la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la Agroforestal Fernando Arturo de Meriño, junto con empresas privadas que facilitan la presencia de sus técnicos como docentes en las jornadas de capacitación.
La esperanza del campo
El FEDA trabaja con una visión altamente optimista sobre el futuro del campo dominicano, por el desempeño de la producción en diversos rubros, la cantidad de tierras ociosas de vocación agropecuaria y la disposición de las familias campesinas para el aprendizaje y la adopción de buenas prácticas, al igual que nuevas técnicas para la gestión de sus emprendimientos.