AGENCIA AP
Kigali, Ruanda
os convirtió en blanco de masacres dirigidas por extremistas hutus que duraron más de 100 días. También fueron asesinados algunos hutus moderados que intentaron proteger a los tutsi, que eran minoría.
LA COMUNIDAD INTERNACIONAL
Las autoridades ruandesas culpan a la comunidad internacional por ignorar las advertencias sobre los asesinatos, y algunos mandatarios occidentales han expresado su arrepentimiento.
Tras dejar el cargo, Clinton catalogó el genocidio de Ruanda como un fracaso de su gobierno. El presidente francés Emmanuel Macron, en un vídeo grabado antes de las ceremonias del domingo, reconoció que Francia y sus aliados podrían haber impedido el genocidio, pero carecían de la voluntad para hacerlo. Hace tres años, Macron reconoció la “abrumadora responsabilidad” de Francia —el aliado europeo más cercano de Ruanda en 1994— por no evitar que el país africano fuera rumbo a la masacre.
“Fue la comunidad internacional la que nos falló a todos, ya sea por desprecio o por cobardía”, dijo Kagame en el discurso que ofreció luego de encender una llama de recuerdo y depositar una corona de flores en un monumento donde se encuentran los restos de 250,000 víctimas del genocidio en Kigali.
“Nunca olvidaremos los horrores de esos 100 días, el dolor y la pérdida sufrida por el pueblo de Ruanda, o la humanidad compartida que nos conecta a todos, que el odio nunca podrá superar”, dijo por su parte el presidente estadounidense Joe Biden en un comunicado.
La composición étnica de Ruanda permanece prácticamente sin cambios desde 1994, con una mayoría hutu. Los tutsis representan el 14% y los twa sólo el 1% de los 14 millones de habitantes de Ruanda. El gobierno de Kagame, dominado por los tutsis, ha prohibido cualquier forma de organización étnica, como parte de los intentos por crear una identidad ruandesa uniforme.