Santo Domingo.- Alrededor de 1,700 niños y niñas anualmente son impactados por el programa “Espacios de Esperanza” de los Centros Tecnológicos Comunitarios (CTC), afirmó Claudia Adames, directora de dicho programa.
Así se expresó en el evento de graduación de los “Espacios de Esperanza (EPES)”, que buscan contribuir a que la educación infantil sea más sólida y que los niños tengan un impulso inicial que resultará fundamental en su educación futura.
Para Isidro Torres, director de los CTC, es más que un orgullo que los EPES desarrollen programas de esta institución, y recalcó como un hecho fundacional y fundamental que sea en estos espacios donde los niños y niñas tengan el primer contacto formal con la tecnología.
Asimismo, resalta el hecho de que los programas estén en comunidades vulnerables, lo cual permite que los estudiantes que allí asisten naveguen y se encuentren con la conectividad. Esto tiene un impacto altamente positivo de cara al futuro, para que el infante se relacione y vea la tecnología como parte integral de su vida y desarrollo profesional. “Yo creo en la continuidad del Estado y esta es una muestra. Este programa de administraciones anteriores lo hemos mejorado”, dice.
La directora de EPES, Claudia Adames, explica que el objetivo es que el niño no entre crudo a la escuela. Significa que la estimulación temprana brinde al niño la oportunidad de interactuar con los demás, conocer reglas y conocimientos desde aprender los números, decir su nombre, identificar pictogramas y controlar los esfínteres. “Los niños que asisten tienen las primeras interacciones sociales, un acercamiento a la tecnología y desarrollan con éxito las habilidades pedagógicas, académicas y sociales que se esperan para su edad”.
Entusiasmada por los resultados, Adames dice que existe una gran diferencia entre los niños que acuden a los “Espacios de Esperanza” y los que no asisten, ya que los primeros identifican las letras, sus nombres, aprenden los colores primarios, las normas sociales, saludan. En sentido general, interactúan con mayor fluidez en su entorno.
“Están más listos y preparados para cuando estén formalmente en preprimaria”, dice la docente, quien desde su oficina y rodeada de objetos que evocan el mundo de la infancia, como libros, mapas, colores, dice que “pueden contar del 1 al 10 y su manejo social es sorprendente”.
Virtudes del programa
Una de las virtudes de este proyecto, concebido para niños entre 3 y 5 años, es que se adapta a las realidades y las circunstancias donde se imparte. “Un programa impartido en el Sur va a ser distinto a uno que se haga en Santiago, pues las realidades son totalmente distintas”, afirma Adames.
Por esas cualidades geográficas y demográficas, el Sur es uno de los lugares donde hay más centros y es la región donde son más demandados. Cuando hay inscripciones, las filas son largas y los padres se muestran ansiosos de que sus niños tengan un cupo en los EPES.
Otras virtudes del programa se hacen visibles cuando los niños llegan a las aulas, ya que presentan un mayor grado de retroalimentación, poseen más conocimiento y, sobre todo, mayor razonamiento lógico que aquellos que no han recibido ningún tipo de estimulación.
Es tal el éxito del programa que el propio MINERD lo ha reconocido y hasta ha querido ser parte del proyecto, pues los niños salen del mismo con el nivel requerido por aquella institución.
El nivel de aprendizaje en los EPES es muy variado y flexible. Dividido en dos tandas, matutina y vespertina, un aspecto fundamental es que cada una de estas tiene un cupo de 20 a 30 niños, lo que permite un control y cuidado sobre cada uno, y que también el servicio que se ofrezca a los niños tenga la mayor calidad y calidez posibles.
También se encarga de iniciar al niño y niña en lo que son las finanzas infantiles, como también en lo que significa la apropiación e interacción social, continúa explicando su directora.
A pesar de la gran importancia de este programa, los requisitos para inscribir a los niños son bastante sencillos y no implican ninguna complicación o dificultad en el papeleo: pertenecer a la comunidad, acta de nacimiento del niño, cédulas de los padres y certificación de vacunación.
Testimonios de satisfacción
Niños con toga y amplia sonrisa, niñas vestidas con trajes blancos que armonizan con sus caritas angelicales, varones con trajes formales, ellos, todos, agarrando orgullosos sus diplomas; y al frente, abuelos, padres y madres emocionados, completan el panorama que se vivió en la última graduación de los “Espacios de Esperanza”.
Jorge Luis Anazagasi, padre de uno de los pequeños que se graduaron en Tireo, Constanza, define de forma certera lo que han significado los “Espacios de Esperanza” para él y su hijo: “Además de ser un logro para la comunidad, este proyecto permitirá que mi hijo no llegue crudo a la escuela, irá con un paso adelante, no llegará sin aprendizaje”.
Juana Quezada, la abuela de una de las graduandas, da testimonio de la positividad que han traído los EPES y coincide en afirmar en este tipo de evento (la graduación) demuestra los logros alcanzados por la comunidad, con los niños y las niñas como los más beneficiados.
Entre la sonrisa que expresa la directora Adames y la de un niño que recibió su diploma el pasado 20 de junio, se cruza la sonrisa de un padre orgulloso que recalca su felicidad, mientras mira con ternura a su prole, pues “ya su niño no entrará crudo a la escuela gracias a los EPES”.