AFP
Javier Tovar y Esteban Rojas
Santo Domingo, RD
La plenaria de la Cumbre Iberoamericana arrancó este sábado en República Dominicana con la crisis alimentaria como punto destacado de la agenda y llamados por un sistema financiero “más justo” con el que hacer frente a las secuelas de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania.
El presidente anfitrión, Luis Abinader, abrió los debates de este encuentro, que antecede a la reunión entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE), que se celebrará el 17 y 18 de julio en Bélgica.
“Si no nos unimos habremos perdido la oportunidad de obtener algún beneficio concreto para nuestros países”, expresó el mandatario.
Jefes de Estado y de Gobierno de 13 países participan en el debate en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores en Santo Domingo.
La declaración conjunta que será firmada este sábado incluye “una ‘ruta crítica de seguridad alimentaria, incluyente y sostenible en Iberoamérica’, una ‘carta medioambiental iberoamericana’, que contribuya a proteger nuestro hábitat y océanos; y la ‘carta iberoamericana de principios y derechos en entornos digitales’, para garantizar el ejercicio de los derechos fundamentales en el marco de la transformación digital”, según un comunicado de la organización.
América Latina enfrenta un año difícil, con proyecciones de crecimiento menores a 2%. El costo de una dieta saludable en la región es el más caro del mundo: 3,89 dólares diarios por persona, inaccesible para 22,5% de la población, según Naciones Unidas.
“Hemos sido testigos de un sensible retroceso en la seguridad alimentaria en nuestra región”, señaló Abinader. “Personas que habían mejorado sus niveles de alimentación han vuelto a sentir hambre”.
“No nos podemos permitir ningún paso atrás”, insistió.
Un aspecto central será además el acceso a financiamiento para países pobres.
El encuentro cuenta con el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell. “La competencia estratégica entre Estados Unidos y China, la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y el auge del llamado ‘Sur Global’ conducen al mundo hacia una multipolaridad desordenada e inestable. No es una invitación al aislamiento, sino una oportunidad para reforzar nuestra cooperación”, escribió en una columna previa a la cita.
El jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, sostuvo reuniones bilaterales más temprano con Borrell y el presidente argentino, Alberto Fernández, y con el ecuatoriano, Guillermo Lasso. No se dieron mayores detalles.
¿Y Maduro?
La organización hizo el viernes en la ceremonia inaugural anunció por sorpresa la participación del presidente venezolano, Nicolás Maduro, pero ni el mandatario ni su Gobierno han confirmado el viaje.
“Los tiempos que vivimos exigen acciones inmediatas de los gobiernos para frenar las desigualdades y avanzar hacia el desarrollo de los pueblos”, escribió Maduro en Twitter este sábado sin referirse directamente a la reunión.
“Confiamos en la voluntad de las naciones, para lograr grandes objetivos, a través de la unión y la cooperación conjunta”.
Su canciller, Yván Gil, estuvo por Venezuela en la inauguración. En la lista de oradores aparece la vicepresidenta Delcy Rodríguez, aunque hasta ahora no llegó al lugar.
Maduro nunca antes participó en la Cumbre Iberoamericana desde que asumió el poder en 2013 tras la muerte de su antecesor, Hugo Chávez.
Su legitimidad ha sido puesta en duda desde su reelección en 2018 por varios países de la región, que tacharon ese proceso de fraudulento. De hecho, en la cumbre pasada en 2021 en Andorra, donde Maduro fue representado por la vicepresidenta Rodríguez, Venezuela fue epicentro de un acalorado debate.
América Latina ha experimentado desde entonces un viraje a la izquierda en países como Argentina, Chile, Colombia y Brasil, lo que mejoró el panorama internacional para Maduro, a medida que en el ámbito nacional la oposición perdía fuerza con el fracaso de su ofensiva para desplazarlo del poder con apoyo de Estados Unidos.
Ecuador, Paraguay y España aún se niegan a darle reconocimiento formal.
El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, y el nicaragüense, Daniel Ortega, ambos criticados también por su creciente autoritarismo y acusados de violaciones de los derechos humanos, enviaron a su vicepresidente y su canciller, respectivamente.