José Lois Malkun
Las economías de Estados Unidos y Europa se desaceleran bruscamente a medida que crecen los riesgos de recesión.
Noticias como esta salen a la luz diariamente. Hiperinflación, recesión, colapso de los mercados bursátiles, devaluación del dólar, escasez de alimentos, trabas en el transporte y más ajustes de tasas.
¿Pero que hay de verdad en estas predicciones?
Todas están fundamentadas en dos factores: el rebrote del COVID-19, especialmente en China y la guerra entre Rusia y Ucrania que no parece tener fin, ambos creando una tormenta perfecta.
Si la guerra terminara en pocos meses todas esas predicciones se derrumban, aunque el COVID siga causando contratiempos. Pero si la guerra se alarga indefinidamente, algunas de esas predicciones podrían ocurrir inevitablemente en el corto plazo.
Por ejemplo, la FED en su último aumento de tasas dijo que hará cuantos ajustes de tasas sean necesarios para bajar la inflación. No obstante, pienso que los norteamericanos tendrán que vivir en el futuro con inflación entre 3.5%-4% y olvidarse del 1.5%-2% que prevaleció por años.
¿Y la economía qué? La FED dejó claro, que una recesión mundial es altamente probable.
Y recesión es sinónimo de desempleo, pobreza y más déficits y deudas, porque si la guerra se recrudece y hay más recortes en los suministros de materias primas, los esfuerzos de la política monetaria para controlar la inflación quedaran neutralizados y de ahí al cataclismo hay un paso.
¿Hay conciencia de todo esto?
Precisamente, ese el mayor problema. Muchos creen que todas esas predicciones son alarmas que se las llevara el viento, mientras el consumismo sigue creciendo y presionando los precios.
Por mi parte, no creo que tantas mentes brillantes se equivoque y hablen de un panorama sombrío del que nadie escapará, sin tener base para ello.
Mientras tanto, el gobierno dominicano deberá seguir congelando los precios de los combustibles, aumentar las ayudas sociales, revisar regularmente la tasa de política monetaria para evitar fuga de capitales y si es necesario elevar la deuda pública en 1% del PIB en el 2022 (unos 60 mil millones) para asistir a los más desprotegidos por el resto del año.
No hay otra salida para vadear la crisis con el menor daño posible, siempre que los motores que empujan nuestra economía, aunque bajen su revolución, no se detengan para mantener la estabilidad macroeconómica que hoy disfrutamos, empañada por una inflación importada que pesa en los bolsillos del pueblo.